Resumen
Friedrich Nietzsche se consagró activamente a la filología clásica —como alumno, estudiante, investigador y docente— por veintiún años; desde su entrada al célebre liceo clásico de Pforta (1858) hasta la renuncia a su cargo en la Universidad de Basilea (1879). Estos años constituyen casi la mitad de su vida consciente.1 Su retiro del puesto de profesor universitario no conllevó su renuncia a la filología como instrumento de interpretación del mundo, tanto de aquel de la antigüedad como el de la modernidad. La filología clásica fue la única disciplina científica en la cual Nietzsche se educó en forma sistemática y, como opción de vida, afectó su perspectiva, de intelectual y escritor, hasta el fin de su actividad efectiva. En El ocaso de los ídolos (Götzen-Dämmerung), obra de 1888, último año antes de su colapso mental, Nietzsche optó por dedicar el último capítulo a su adeudo para con los antiguos: “Lo que debo a los antiguos” (Was ich den Alten verdanke).